sábado, 29 de noviembre de 2014

Tortura de la Cabra

A continuación trataremos una tortura cuanto menos singular, se trata de la tortura de la cabra. Instaurada por la Santa Inquisición en un alarde de originalidad encontramos este peculiar suplicio que procederemos a explicar seguidamente.
La pobre persona que se hubiese desviado del santo camino de la cristiandad y había tenido la desgracia de caer en el campo de la Santa Inquisición podía verse sometida a esta tortura de mecánica sencilla pero impregnada de un nivel de maldad tan retorcido que haría vomitar al pobre animalillo que participaba activamente en la tortura si se percatase de la manera en la que es utilizado. La dinámica era sencilla. El susodicho ateo infeliz que se viese sometido a esta tortura era amarrado y fijado a un cepo con la finalidad de restarle la máxima movilidad posible, dejándole únicamente los pies al aire. En semejante tesitura es cuando se procede a untar los pies con sal, grasa o cualquier cosa que a la cabra pudiese resultarle apetecible.
Una vez procedido a esto, se dirige a la cabra hacia ese apestoso e indigno manjar para cualquier ser humano, pero lo que sería pura ambrosía para el animal; que procedería a una acción prolongada de lametones en las zonas untadas. Esto provocaba unas horrendas cosquillas que sumadas a la lengua áspera que tiene el animal provoca un paulatino desgaste de la piel expuesta hasta llegar a hueso incluso.
Con este desgaste de la piel y la posterior falta de atención médica que se le prestaba al reo se le condenaba a una más que segura muerte que tarde o temprano iría a visitar al pobre desdichado sometido a esta peculiar tortura.
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